domingo, 25 de octubre de 2009

El agente secreto; de Joseph Conrad (1909)

Conrad partió de un hecho histórico singular a la hora de escribir ésta novela: El fallido atentado del anarquista francés Martial Bourdin en el Observatorio de Greenwich (en Febrero de 1894), al que le estalló la bomba encima de manera prematura. Conrad se inspiró en el hecho, pero lo modificó a su gusto, sin incluir personajes reales, y construyendo una estructura muy definida de hechos, personajes y motivaciones de cada uno de ellos. No es extraño que la novela esté dedicada al gran padre de la ciencia ficción H.G. Wells, pero veo en ello un símbolo.

El máximo protagonista de la novela es su especial relatividad temporal: Sus ir y venir en el tiempo, antes y después de un vértice, de un hecho concreto. Alrededor de ese punto se crea toda la novela de Conrad. Todo confluye y diverge a partir de un momento preciso de la historia: La explosión de una bomba. Incluso los personajes se convierten en muñecos movidos por esas manos del tiempo. No hay protagonistas visibles e individuales que destaquen unos de otros, son todos objetos movidos antes y después por la acción de la consecuencia. Los personajes, de esta manera construidos, se convierten en fichas especialmente colocadas para que, al caer, produzcan una u otra consecuencia en las fichas que tienen a su lado.

Así, el agente secreto (el anarquista Verloc) es espoleado por una misteriosa embajada para realizar acciones "contundentes" contra un emblema moderno de la ciencia moderna: El observatorio de Greenwich. Anarquistas de un lado, y la policía londinense por otro, mueven sus diferentes fichas tras el atentado. Cada capítulo nos muestra la visión subjetiva de cada uno de los personajes implicados en la historia: El señor Verloc, la señora Verloc, Ossipon, el anarquista Michaelis, el comisario, el inspector jefe Heat... Poco a poco se nos van mostrando intereses, secretos y pasiones que ignoramos en un primer momento, y el puzzle final nos muestra una imagen terrible.

El trasfondo, y casi la anécdota, es el fallido atentado terrorista de un grupo de anarquistas contra el Observatorio de Greenwich, en Londres. Las ideas, esos entes inmateriales y a veces sin sentido, son la envoltura superficial de una historia terriblemente humana y de gran hondura psicológica. Como dijo el propio Conrad es una narración con ambiente innoble y miseria moral. Más en primer plano se nos sitúa el dolor y la convulsión que ocasiona en la familia del anarquista, y más concretamente en la señora Verloc. El capítulo que nos relata su dolor es uno de los fragmentos más intensos y terribles que haya podido leer, y cuya lectura ya justificaría la lectura completa del libro.

Reseñas anteriores de Joseph Conrad:

2 comentarios:

padawan dijo...

Vaya, muy interesante... me gustaría ver cómo se desenvuelve Conrad en este tipo de historia.

Llosef dijo...

Un Conrad en verdad superior. Una novela terrible, que recuerdo sórdida y muy triste. Ya va siendo hora de releerla... Excelente comentario!!